Es importante que como empresarios o emprendedores tengamos clara nuestra meta en los negocios. Por muchos años mi enfoque se centró en la generación de utilidades. Esta fijación en las utilidades, como a muchos, nos lleva a “enamorarnos” del estado de resultados, buscando mayores ventas a menores costos y gastos. Esta mentalidad nos desvía de lo verdaderamente importante, la generación de valor. Antes de entrar a los detalles de por qué nos debemos enfocar en la generación de valor y sus beneficios, quiero tomarme un tiempo para definir qué es “valor”.
Muchas veces, por costumbre o modismo, utilizamos la palabra valor y precio como si fueran lo mismo. Llegamos a la tienda y preguntamos: “¿y eso cuánto vale?”. Hacemos esta pregunta sin realmente entender que el vendedor jamás será capaz de contestarla; pues lo que realmente queremos saber es el precio. Entonces si el valor y el precio no son lo mismo, ¿Cuál es la diferencia?
La explicación más directa y simple que he encontró es la definición de Warren Buffet:
“Precio es lo que se paga,
Valor es lo que se recibe”.
Cuando dos personas hacen un intercambio voluntario de bienes o servicios están actuando como lo describe Warren Buffet. Veamos el siguiente ejemplo. Imaginemos que tengo un poco de sed y quiero comprar una botella de agua, camino a la tienda de la esquina y pregunto el precio de una botella de agua. El tendero me dice que la botella de agua cuesta Q25. En ese instante realizo una valuación en mi mente, ¿qué tiene más valor para mí?, ¿el agua o los Q25? Algunos pensaran que Q25 es muy caro por el agua y que el valor de los Q25 supera el del agua y decidirán no comprar. Pero qué pasa si cambiamos la historia y pasamos a tener mucha sed. Aunque el agua sigue teniendo el mismo precio, con el nuevo supuesto de mucha sed, el valor del agua supera el valor de los Q25 y en esa situación decidimos comprar el agua. El tendero de la tienda percibe más valor en los Q25 y nosotros por el agua. Ambas partes ganan, pues los dos recibieron algo de mayor valor que lo que tenían.
Entonces, si el valor es lo que recibimos, creo que podemos estar de acuerdo que, como emprendedores o empresarios, lo que queremos es generar más valor con el paso del tiempo. Por esto, el enfoque debe ser la generación de valor al largo plazo.
Entonces, si generar utilidades no necesariamente es generar valor, ¿cómo se si estoy generando valor?
Para contestar esta pregunta es indispensable entender el rol de los estados financieros y sus funciones, específicamente el Estado de Resultados y el Balance General. El estado de resultados fue creado como una herramienta para medir rentabilidad. El estado de resultados nos indica si una empresa es rentable o no, es decir, si está vendiendo sus productos o servicios por encima de sus costos y gastos, nada más. Obviamente para poder generar valor una empresa debe ser rentable, pero ser rentable no necesariamente genera valor.
Si tomamos como ejemplo una empresa que genera utilidades contables de $11,250.00, muchos empresarios estarían contentos con este resultado. Pero esa no es lo que estamos intentando resolver, la pregunta es, ¿estoy generando valor?
Para poder determinar la generación de valor, no es suficiente con saber si estoy siendo rentable, necesitamos saber con qué recursos estoy generando esta rentabilidad. La información que necesitamos se encuentra en el balance general. El balance general nos permite ver con qué recursos se está generando esta utilidad. Al analizar el balance general, encontramos que la empresa cuenta con $100,000 de capital invertido.
¿Qué es el capital invertido? El capital invertido es el total de activos de la empresa, menos los activos no operativos y los pasivos no financieros. En este ejemplo, por simplicidad, vamos a asumir que el capital invertido es igual al capital de los accionistas (la empresa no utiliza deuda) que se utilizó para la adquisición de activos como inventarios, propiedades, equipos, etc.
Ya armados con la rentabilidad y el capital invertido, ahora debemos estimar el costo de dicho capital. En el mundo financiero, todo capital tiene un costo, sin importar la fuente de dicho capital (deuda o accionistas). El costo del capital se puede estimar utilizando métodos como el Capital Asset Pricing Model (CAPM), y calcular un costo de capital promedio ponderado o WACC por sus siglas en inglés. Por efectos prácticos, usaremos un 15% como costo del capital.
Si a las utilidades contables ($11,250) les restamos el costo del capital invertido de ($100,000 x 15% = $15,000), nos encontramos con un problema, aunque la empresa está generando utilidades contables de $11,250, realmente no está generando utilidades económicas ($11,250 - $15,000 = -$3,750). Esta empresa esta destruyendo valor para sus accionistas.
Con este ejemplo simple, demostramos la importancia administrar nuestros negocios usando una metodología basada en valor. Es sumamente importante que cada decisión que tomemos dentro de nuestra empresa agregue valor a los accionistas y que estas decisiones sean tomadas con una visión al largo plazo.
Es evidente que las ventas, costos, gastos, inversiones, márgenes y dividendos son importantes, pero no olvidemos que las métricas tradicionales no omiten la cantidad de capital invertido y el costo de este capital. El enfoque en valor aclara conceptos y alinea los intereses, haciendo la toma de decisiones mucho más eficiente, ya que la métrica es una: la generación de valor.
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